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La Juventud Hitleriana

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Las “Juventudes Hitlerianas”, que según el deseo de Hitler debían ser “duras como el acero de Krupp” fueron, hacia el final de la guerra, la última reserva humana que se incorporó al ejército Alemán. La imagen de la izquierda muestra una imagen de ello: jóvenes, casi niños, conformaban el ejército que defendió las últimas ciudades alemanas.En su rostro no se adivina la fortaleza de otros ejércitos: sino la pena de estar luchando por una causa perdida ¿Qué es la patria? ¿Qué significa luchar por ella? ¿Qué significa luchar por ideales que no son los tuyos? Así, más de uno, seguramente podrá ver incluso lágrimas en sus ojos.

Sobre estos muchachos, curtidos por la milicia y sobre cuyos hombros ahora residían las esperanzas de una nación que agonizaba, la revista suiza “Die Tat” publicó lo siguiente:

 

Desde que estos jóvenes tienen uso de razón, sólo existe para ellos la escasez de medios y las privaciones. Sólo conocen la alimentación racionada y la limitación de las prendas de vestir. Se han visto privados de todas aquellas cosas que aman los niños y han perdido totalmente el miedo a la muerte. Desde que esta juventud campea por el mundo, sólo ha contemplado las preocupaciones y las fatigas de sus madres que, además de los quehaceres diarios, debían realizar los trabajos propios del hombre, de sus maridos que allá lejos luchan sin cesar. ¡Sólo conocen el trabajo, el trabajo y más trabajo! Y desde hace dos años, debe añadirse a todo esto los constantes bombardeos del enemigo. No debe extrañarnos, pues, que esta juventud odie a los extranjeros y haya endurecido su corazón. No debe asombrarnos tampoco que apenas derramen lágrimas cuando conocen la noticia de la heroica muerte de sus padres o hermanos, a los cuales posiblemente apenas han conocido, como no sea a través de las palaras de su madre o mediante las espaciadas cartas que fueron llegando del frente. Nadie deberá asombrarse, por lo tanto, si estos muchachos de dieciséis años se convierten en soldados valientes y audaces. Ellos encarnan, en todo el amplio sentido de la palabra, a una gran parte de los descendientes caídos por el Tercer Reich.

La fotografía fue tomada en el mes de enero de 1945, cuando estas últimas reservas se posicionaron en Berlín y continuaron luchando con lo poco que quedaba. La historia nos cuenta que apenas pudieron oponer resistencia a un ejército enemigo experimentado, a los carros blindados, a la aviación enemiga: en menos de 4 meses la capital sería finalmente tomada y terminaría por ser arrasada.

Así, estos jóvenes encarnaban realmente a los descendientes caídos del Tercer Reich, a los hombres que se habían perdido entre las sombras de la guerra. Encarnan también, el mismo rencor del  cual nacería Hitler años después de finalizada la primera guerra mundial, un rencor que terminaría en odio y en una cruel historia de venganza.

Son pues, los jóvenes para los cuales la vida apenas ha empezado, pero que ya parece estar carente de sentido. Así es como llegamos a entender que los seres humanos somos realmente capaces de acabarnos entre nosotros. Ojalá, cuando tengamos odio en nuestro corazón, sepamos recordar imágenes como ésta: donde también se nos da la oportunidad de cambiar.

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